Adios al madridismo

No puedo negar que en el partido de ida Stark se pasó con la expulsión a Pepe. Pero tampoco puedo negar que ya estoy cansado del pensamiento madridista de Villaratos, manos negras y cosas raras sobre Platini y la UEFA. Me enseñaron de pequeño que el Real Madrid era el equipo del señorío, el que sabía tanto ganar como perder, y que cuando fracasaba en un partido lo único que hacía era felicitar al rival por su trabajo y mentalizarse para el siguiente sin pensar en como ha sido la derrota. Me dan pena las declaraciones de los futbolistas del Madrid a la hora de pasar por el stand de los periodistas. No había ni una sola referencia al Barcelona, todo referencias a De Bleeckere. Para mí, el árbitro no estuvo bien pero ni mucho menos influyó en la posible remontada del Madrid. La prensa más radical de la capital habla de martirio y de calvario el que el árbitro belga causó a los merengues. ¿Por qué? como diría Mourinho. Porque la jugada más decisiva del partido, el gol anulado a Higuaín, es una falta de Piqué con ley de la ventaja y una posterior falta de Cristiano que invalida esa ventaja. Con lo cual hay una falta en la frontal del área, que según el promedio de Ronaldo en el tiro de falta hay un 10% de probabilidad de que acabe en gol. Las demás jugadas son intrascendentes para el resultado del encuentro. Además, el Madrid se pudo ir al vestuario en el descanso con alguno menos, ya que Carvalho y Lass salieron más agresivos que nunca. No sé de qué se quejan. Tampoco tienen motivos para hacerlo, solo han tirado tres tiros a puerta en toda la eliminatoria.

Me gusta hablar de fútbol, no de árbitros, pero tenía que hacerlo. Ahora vamos a hablar de lo que me importa y os importa. Fue el mejor clásico de todos, el único en el que no hubo más agresividad de la necesaria. Incluso pudo haber sido mejor si el Madrid hubiera aguantado un poco más de tiempo la presión en todo el campo al Barcelona, solo duró los 5 minutos, los suficientes para ver que se iban a cansar muchísimo y de que llegarían mal al final del encuentro. También fue el único sin marcajes individuales claros. Es normal, los merengues tenían que atacar y la disposición de Mourinho era un poco más ofensiva con Kaká e Higuaín pero sin Ozil. Pese a su buen partido en Valencia, los dos venían de una larga lesión previa y se les vio faltos de forma. Por ello, apenas se creaba peligro en la meta de Victor Valdés. Los que sí creaban peligro eran Xavi e Iniesta, mucho más libres que en los partidos anteriores. Casillas tuvo que hacer otra exhibición más para evitar el declive. Pero Pedro, tras un pase espectacular, disparó donde el portero de Móstoles no podía llegar. La remontada era ya casi misión imposible. Mourinho con su iPad mandó entrar a Ozil, él era el único que podía hacer que el Madrid marcara tres goles. Consiguió con su salida uno solo, el de Marcelo, pero el resto de acometidas fueron paradas espectacularmente por Puyol, Piqué y Mascherano (es una pena que no sea titular pero así es el fútbol). Luego a dormir el partido con el balón y en los pies y cuando pitara el árbitro a celebrar la victoria, eso sí, sin aspersores.

No solo es el espíritu madridista el que nos dice adiós en estas semis. También nos deja el madridismo en persona: Raúl González Blanco. Probablemente no vuelva a oír el himno que tantas veces ha escuchado antes de los partidos de la Champions. El Manchester eliminó al Schalke con la ley del mínimo esfuerzo, apabullando en el Veltins sin golear con los titulares y siendo inferiores en Old Trafford pero goleando con los suplentes. Como es un partido que no tuvo historia no lo voy a comentar. Solo quiero aplaudir al equipo alemán que con entrega, lucha y coraje ha llegado tan lejos. Todo eso con Raúl como máximo exponente. Ahora hay que decirle adiós, adiós al madridismo. Le echaremos de menos por Europa, pero siempre tendremos la Bundesliga para alabarlo. Espero que el Schalke vuelva a la Champions dentro de dos temporadas (esta ya no puede) porque todavía tengo ganas de verle alguna vez más escuchando el himno.